Aceptamos nuestros pensamientos negativos con cierta resignación por ser lo cotidiano en nuestras vidas, pero ante las ilusiones nos contenemos a darle rienda suelta por miedo a la decepción y así nos perdemos vivir maravillosas experiencias y nos cerramos a lo mágico de la vida.

Nuestra mente está siempre cambiando pensamientos, ya sean buenos o malos. Y hay veces en que quisiéramos pararla, es entonces cuando nos agobia nuestro discurso interno y el cuerpo lo manifiesta como pesadez e incomodidad. Es como si filtrara toda esa energía densa y se resintiera de ella. Pero si te haces cargo de él también es tu cuerpo el que se te ofrece para sacarte del laberinto mental y devolverte al presente.

A menudo atribuimos a la razón lo que es intuitivo por no confiar en nuestro yo profundo. Otras veces minimizamos las corazonadas e incluso intentamos relegarlas a un segundo plano con las consecuencias físicas que nos pueden acarrear. Hasta que la vida te demuestra que, como decía Pascal, el corazón tiene razones que la razón desconoce.

Reflexiones sobre ese lugar común de sabiduría escondido en nuestras almas, pero siempre presente y del descubrimiento de nuestra voz interna, de esa mente discursiva que nunca para y de la cual a veces nos queremos proteger. Es entonces cuando su silenciamiento es a costa del cuerpo.

Acerca de la condición concreta del cuerpo, de la forma de entrar en él mediante la respiración y de cómo percibir el tiempo íntimo, el ritmo que marca tu corazón, el latido de la vida.

¿A dónde nos vamos cuando queremos desconectar? ¿Desconectar de estar desconectados? A lo mejor tiene que ver con volver a conectar con lo que hay, con la naturaleza, con la respiración…con el cuerpo, con tu ser.

Añoramos ese lugar seguro que habíamos sentido en nuestra infancia, arropados, sin peligro y que la mayoría de las veces damos por perdido, sin saber que ese lugar está en nuestro interior y en nuestro prójimo, que no deja de ser lo mismo. Porque mi hogar soy yo, tu en mi y yo en ti.

La toma de conciencia de “lo que es”, el llamado “despertar” no es lo que parece, no viene con fuegos artificiales ni estados suprahumanos, sino con un baño de responsabilidad y de humildad para poder asumirlo, siendo necesario escuchar al cuerpo si queremos integrar nuestra nueva realidad.

A aquella parte que rechazamos de nosotros mismos se le ha llamado de muchas formas. Yo lo llamo “el pajarraco” y lo forma todo aquel dolor no dijo que necesita ser visto y querido. No lo rechaces, míralo compasivamente y ámalo.

Reflexiones sobre la luz como manifestación de la vida. ¿Qué es para ti la luz? ¿Dónde la ubicas en tu cuerpo? ¿Y la oscuridad que es para ti? Reconocerte en la luz es asomarte a la vida y conocer tu oscuridad y aceptarla es fluir en la vida sin miedo.

Nos pasamos la vida persiguiendo la zanahoria de la felicidad que nunca llega, sin saber que en realidad cada uno de nosotros tenemos la capacidad de elegir serlo. Tu decides ser feliz… o no.

Esta es la despedida de una serie de podcasts de apertura y reflexiones, y a la vez el relato de la crónica de un milagro creado desde el Amor. También es la invitación a un espacio real y mágico en el que te espero para seguir creciendo en el camino de la vida.