El Amor es la apertura hacia nuestro interior  que nos conecta con lo que somos, sin juicios de valor,  y con la compasión  de sabernos espíritus encarnados jugando el juego de la experiencia. La mirada holística hacia  nuestro Ser en su dimensión álmica, mental, corporal y etérea, nos posibilita objetivar nuestro cuerpo de nuestra mente y nuestra mente de nuestro espíritu. Sabiendo que somos de allí y no de aquí, que nuestro origen es la divinidad, lo posible, la creación, el Todo. Mirando al cielo, nos expandimos en aquello que ES nuestra esencia. No lo sabemos con la mente, lo sabemos con la conciencia, con  amor hemos aprendido a confiar en ella sin dar ya demasiadas explicaciones a nuestro ego y su morada: la mente. 
                El Amor es un estado interior de amabilidad y permiso. Donde no hay dualidad, o la dualidad se hace bidireccional, porque no hay buenas o malas experiencias, solo hay experiencias de evolución, con compasión.       
                Cuando tienes un deseo profundo, cuando te sientes atraído por algo que despierta tu interés, haciendo que tu mente vuelva una y otra vez al mismo tema, que tu cuerpo vibre cuando pienses en ello y tu emoción genere todo tipo de sensaciones, tu cuerpo etérico -tu aura- se expande y se hace luminosa. Y eso es lo que llamamos Pasión. Por eso el Amor va de la mano de la Pasión porque es el apasionarse por ese “algo” lo que te empuja hacia adelante sin poder resistirte, o por el contrario te atrae de las narices hacia la realización. La gente apasionada es amorosa, atractiva, luminosa, sonriente y feliz. Porque su camino le merece la pena y porque el infortunio es algo que tiene que aprender y seguir siempre hacia adelante. La Pasión es el motor del Amor.
                 Haciendo del Amor no un estado contemplativo,  sino un estado de acción.  Para eso los seres debemos conectar  y sanar  nuestro caudal de amor. Haciendo un trabajo transformación del miedo. Cuando el miedo y el temor mental, viviendo en el pasado y el futuro, son el centro de nuestra vida, la pasión no tiene energía y  solo actúa como bajas vibraciones  de rabia, de sexo, de ira, de arrebatos indómitos y frustrantes que conducen al vacío y la soledad. Una buena pregunta para hacernos es:-¿qué haría si no tuviera miedo?
                Primero despertar y sanar ese caudal de Amor y luego mover ese amor: apasionándose por la vida, por las cosas que se ama, por el deseo, por el arte: APASIONARSE.
«La India»