De regreso a casa desde Granada, el autobús detuvo mi vida hora y media en la carretera, tras preguntarme qué sentido tenía en mi vida ese atraso, y sin encontrar respuesta,mientras esperábamos el autobús de relevo, fui comprendiendo que tal vez… tal vez no era para mí; que yo solo estaba sosteniendo la energía, como el actor de reparto del protagonismo de alguien que desconocía, para la experiencia que le tocaba vivir. En esa hora y media que detenía mi vida, estaba siendo parte de algo que alguien tenía que aprender en esa carretera, ese día a esa hora y las personas implicadas en ese hecho. Me di cuenta que en vez de enfadarme por el cansancio y la fatiga solo tenía que entregarme al servicio de ser el -figurante ser- que sostiene la energía de alguien para su plan y que yo humildemente estaba de servicio. Pude darme cuenta el sentido de mi existencia para la existencia de otros, como nunca antes lo había visto, para un fin que nunca sabré y no me hacía falta saber, sólo que estaba humildemente de servicio para la experiencia de alguien, y lo acepté como tantas veces «alguien» estuvo para mí; y asumiendo ese rol pasivo e invisible honraba el servicio de «alguien» en pos de mi protagonismo.
Namasté
17.4.16: «La Inda»