Cuando re-conozcas y re- aprendas a usar ésta energía, será entonces cuando vivas la abundancia ilimitada de tu propia creación.
             La sexualidad es el inicio de todo. De un acto sexual somos engendrados, da igual si es un hecho placentero, deseado, obligado o casual. El pene de papá derrama su semen en la vagina de mamá: ese es  el único potencial de que tú y yo existamos. 
            Es momento de dar al sexo el lugar Sagrado y Divino que merece, asumiendo que es el origen de la creación. La sexualidad es lo que nos hace existir, antes, durante y después.
            Ya hablaba Sigmund Freud de la “pulsión sexual”, más tarde, Wilhelm Reich con el descubrimiento del “orgón”, Carl Jung con la reconciliación de la polaridad femenina/ masculina y su concepto de “Ánima-Animus”.
En el otro extremo, las religiones han condenado el sexo. Y nosotros, pobres humanos, hemos desarrollado y basado nuestra personalidad, clasificando como aceptado o no aceptado tal o cual deseo, sentimiento o fantasía sexual. Las normas con que reglamos la sexualidad la desnaturalizan, la prohibición interna y externa que censura, sigue fuertemente vigente. Te propongo algunas preguntas para que tu corazón responda.
¿Soy consciente de mi energía sexual?
¿Puedo expresar libremente la profundidad más íntima de mi sexualidad?
¿Puedo compartir esa intimidad con mi pareja sin sentirme enjuiciada o enjuiciado?
¿Eres capaz de comprender que tu expresión sexual eres tú?
            Si separamos la energía del sexo de quienes somos, esa fuerza seguirá existiendo en el quien no queremos ser, y el miedo hará que la elaboremos y sintamos como aberraciones no aptas según las “normas”.
El deseo, la fantasía, los viajes mentales a través del sexo existen más allá de nuestro control, guiándonos a ciegas  desde el inconsciente.
El miedo a los dogmas a los que debemos responder son nuestra celda, por esto la sexualidad está enferma, es abusiva, violenta y castradora en su máximo exponente, el más visible; aunque en la cotidianidad naturalizamos el concepto del macho, no nos animarnos a decir a la pareja lo qué nos gusta y cómo nos gusta ser tocados, o en el caso de las mujeres: el manipular un pene es considerado una aberración censurable, sólo por dar algunos ejemplos.
            La no aceptación de nuestra completa sexualidad, es lo que crea las sombras de la humanidad. Empoderando la pareja, nos acercamos tímidamente a estos límites tan temidos iluminando las sombras con Amor Compasivo, así ésta descubre la Unidad.
Lo que nos une y nos da poder, es sentir que no estamos solos, que al otro le pasa lo mismo, que sus temidas fantasías no estaban tan alejadas de las mías. Entonces ambos se sienten aceptados en lo que creen es su parte impura -juicio que proviene siempre del miedo a la propia pulsión sexual-.
El Amor Incondicional vivido dentro de la Unidad de Pareja es la aceptación de entregarse cada uno a sí mismo.
            «Soy quien Soy y  amándome me muestro ante ti, no es tu juicio lo que me importa, sino la necesidad de expresar todo mi Ser”.
 
“La India”
Una flamenca hablando de Amor.