Si los hombres dejaran de sentir que vamos a tragárnoslos dejarían de protegerse. Ellos saben de nuestra intensidad, de nuestra intuición, de nuestra sabiduría. Más que saberlo lo presienten y lo llaman sexto sentido. Algo que ellos no tienen, mejor dicho, que su esencia masculina no tiene. Porque lo masculino y lo femenino son diferentes y así tiene que ser, porque en esa diversidad está el complemento y el camino que cada uno debe seguir para aprender, transitar, trascender y evolucionar juntos.

Hacemos un problema de géneros y sexista cuando el verdadero problema, la oscuridad, está más allá de las formas.  Está en la enfermedad de la esencia femenina que todos y todas tenemos.

La esencia femenina es la que se abre abarcándolo todo, en la oscuridad y sensibilidad del sentimiento, relajada y confiadamente es penetrada por la esencia masculina de un modo profundo amoroso, ella en reciprocidad y agradecimiento, contiene al sentir que su vacío rebosa de la fuerza de la vida, luz, dinamismo, sentido, lógica y  estructura. Por eso la mujer ve en la oscuridad, da lógica a sus emociones, estructura su sensibilidad cuando un hombre le ofrece su masculinidad. Del mismo modo que un hombre sensibiliza su fuerza y sus estructuras responden a la intuición más que a la razón, cuando se entrega a una mujer en total confianza y rendición.
La entrega de ella y la rendición de él les da a ambos el poder y la completud que añoraban.
En la polaridad está la guerra del sexismo. Y así como en el proceso terapéutico, la madre es el quid de la cuestión,que debemos revisar en nuestras emociones para trascenderla y desintoxicarnos de ella. Es  “La Mujer” quien debe abrir su profundidad para indicar y guiar el camino al hombre en coherencia con su femenino, ella es la única que sabe llegar a esa esencia. Eso, si realmente ha viajado lo suficiente en su inconsciente profundo y ancestral para reconocerse a sí misma. 
La mujer en sintonía con su femenino, que lo ha mirado y lo ha sanado, no es mezquina o recelosa, mucho menos teme o compite con el hombre, sino que es compasiva con él. Ella sabe que es la creadora de cada hombre que habita el planeta y como tal es responsable de su reeducación, desde la mirada de  Amor y desde la integración de la polaridad.
La mujer, que con la fuerza de lo masculino, ha recobrado ese espacio extirpado, sanando así su femenino, acepta la misión de ayudar a sanar la esencia femenina del hombre. El machismo es la enfermedad de la energía masculina como también lo es el feminismo mal entendido de la mujer que aún no ha hecho el proceso de bajar más a las profundidades de la oscuridad del miedo, hasta alcanzar la luz  del Amor.
Hasta que no lleguemos a la integración masculina-femenino, Yin Yan, dentro de cada quién, el proceso no habrá acabado. Todos los seres somos responsables de ello.
La India
Flamenca-Terapeuta Corporal-Escritora
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