Por aquellos años de fines de los 90, transitaba una etapa de mi vida bastante especial, cuestiones personales, laborales, emociones encontradas. La principal cuestión, reconocerme y reconocer mi cuerpo. Me era totalmente impensable experimentar, elaborar, procesar, sanar  a través de la expresión corporal. Había probado todo tipo de terapias individuales, grupales, psicoanálisis, en nada podía obtener algún resultado o señal para conseguir revertir mi momento.

Vivo en la zona sur de la provincia de Buenos Aires, Argentina a unos kilómetros de la capital de la provincia, ciudad de La Plata y por una hermosa causalidad de la vida y por medio de un familiar me encontré con una profesional que trabajaba todo lo que yo padecía y nada menos que con la terapia corporal ¡Uff, qué difícil!, me sonaba! No tenía mucha referencia al respecto pero sabía que debía aceptar el desafío y lo hice.
Llegar a La Plata para mi primera sesión mientras viajaba, era preguntarme y repreguntarme todo el tiempo ¿Qué hago? ¿Qué digo? ¿De qué le hablo? Quería llegar y que pasara rápido, pero al mismo tiempo no sabía si estando en la puerta entraría ¡Sí! Así como lo relato, era tanto mi complejo corporal, que una parte de mí se negaba a que el hablara y mucho menos se mostrara.

Llegue. Ahí estaba. Sentada en la recepción de un lugar que me transmitía una sensación especial. La India, con esa sensibilidad especial me dijo: “Hola Silvi, vení, entremos. Recuerdo que era un espacio que me pareció inmenso, con un montón de elementos, muchos de los cuales me recordaban a mi infancia, pues con ellos jugaba de chica. Nos sentamos en el suelo, descalzas y comenzamos a charlar y sentí que las palabras solo fluían.

Fue maravilloso, especial, diferente.  Por primera vez en toda mi vida me sentí a gusto, cómoda y sin tanta formalidad hablando de mis dificultades.Y así comencé un camino que me ayudó muchísimo en diversos aspectos.

Fue una experiencia maravillosa, fue La India quien me ayudo a reconocer, aceptar y modificar lo que para mí era prácticamente un trauma: mi cuerpo. A partir de experimentar mis emociones de manera diferente, cada sesión era una enseñanza y una expectativa superada en muchos aspectos.
Pasaron muchas cosas en todo ese y este tiempo, me pasaron. Trabajé junto ella poco más de un año, luego perdimos contacto. La maravillosa tecnología en este aspecto hizo que la vida nos volviera a cruzar, ella allí en Sevilla y yo aquí en Argentina, trabajando de lo que más me gusta, amo mi profesión, me capacito permanentemente, siento que crecer y avanzar en lo que nos gusta es un desafío constante que nos colma de satisfacciones. Aprendí que mi cuerpo es mucho más de lo que exterioriza. La India me lo enseño, fue ella quien siempre me alentó a más, a que todo es posible sabiendo cual es nuestro principal objetivo, utilizando las herramientas que necesitamos y con el deseo permanente de alcanzarlo.
No se pierdan esta hermosa posibilidad que ella nos brinda para que podamos superarnos y transitar un camino único y vivencial que seguro los enriquecerán.

Necesitaría muchísimo más tiempo para contar mi experiencia, pero lo más importante que quiero transmitir, es que hubo un antes y un después luego de esas especiales sesiones con esta India que hoy sigue con la misma humildad, calidez, simpleza y generosidad de cuando la conocí. UNA PROFESIONAL con todas las letras.
Gracias. Gracias. Un Abrazo enorme, mi cariño y especial agradecimiento.

Un Placer, orgullo y un honor poder ver hoy tu crecimiento y saber que seguís conservando tu esencia como excelente ser humano.

Silvina Dewey. Bs As (Argentina)

Gracias de todo corazón Silvina por este reencuentro, por compartir tu experiencia y hacerme saber de tu vida. Es un honor haberte acompañado.

La India

Terapeuta Corporal

www.la-india.es