La Madre Tierra, en su sabiduría, nos propone un proceso de sanación. Debemos quedarnos en casa por nuestro bien, aprendiendo a hacernos responsables de lo que cada quien tenga dentro, confrontándonos así con el miedo, la violencia y el caos.

Cuando el ser humano se hace adulto, debe restituir a la madre por los cuidados que él mismo recibió de niño. Nuestros padres merman en sus facultades, puede que no caminen, que no piensen bien o sí, pero el cuerpo no les acompaña y por un motivo u otro necesitan asistencia. A nuestra madre tierra se le están vaciando los nutrientes, ella nos ha dado tanto, nos lo ha dado todo y ahora, necesita ser cuidada y amada por nosotros. Nos lo ha estado avisando, pero ahora está comenzando a actuar con este síntoma que nos involucra a todos.La Madre Tierra, en su sabiduría, nos propone un proceso de sanación. Debemos quedarnos en casa por nuestro bien, aprendiendo a hacernos responsables de lo que cada quien tenga dentro, confrontándonos así con el miedo, la violencia y el caos. Cuando el ser humano se hace adulto, debe restituir a la madre por los cuidados que él mismo recibió de niño. Nuestros padres merman en sus facultades, puede que no caminen, que no piensen bien o sí, pero el cuerpo no les acompaña y por un motivo u otro necesitan asistencia. A nuestra madre tierra se le están vaciando los nutrientes, ella nos ha dado tanto, nos lo ha dado todo y ahora, necesita ser cuidada y amada por nosotros. Nos lo ha estado avisando, pero ahora está comenzando a actuar con este síntoma que nos involucra a todos.
Cuando cuidamos al planeta, cuidamos todo lo que hay dentro y nosotros somos una parte muy importante en su interior, como somos los únicos que pensamos, esta sanación depende de nosotros. Por eso, dentro de cada quien es donde tenemos que hacer la limpieza de ese sitio profundo y olvidado, donde escondemos una temible sensación de opresión, vacío, miedo o falta de sentido. Ha llegado el momento de arremangarnos para trabajar cada uno en sí mismo y entre todos.
La vida nos propone parar antes de seguir para aligerar la carga, limpiar y recuperar valores perdidos. Nos aísla del exterior alejándonos con esto de la competencia, la rabia. el qué dirán, la mirada juiciosa, el dinero frívolo, el sálvese quien pueda, el “primero yo y mis niños”, con la necesidad de guiarnos hacia la riqueza que mora en nuestro interior.
Cada quien, es una célula de la gran madre que tiene que sanarse a sí misma con el poder del amor, para detener esta metástasis pandémica o morir de miedo.Así de crudo y real. Estamos encerrados en una cuarentena emocional, pudiendo elegir entre ser parte de un proceso masivo de sanación o del pánico histérico que contribuya a la toxicidad, eso depende del nivel de consciencia de cada ser y de su libre albedrío. Es un proceso de transformación muy profundo, lo hayamos decidido por voluntad propia o no, que algunos los vivirán como un adolescente rebelde que se le obliga a entrar a una rehabilitación y otros, lo vivirán con aceptación y la madurez necesaria para finalmente dar un paso, aunque duro, hacia la evolución.
Cuando en el proceso personal que se da en consulta, miramos la cara de la verdad que hemos ocultado durante mucho tiempo, esa que oíamos gemir desde el fondo en un grito ahogado, que con el tiempo se ha ido alejando de la superficie de la consciencia y que de vez en cuando percibimos como un zumbido molesto al que le aturdíamos con más ruido, esa verdad con la que un buen día del proceso y después de atravesar resistencias, confusiones, negaciones y justificaciones, topamos, nos mira de frente y nos dice que hemos llegado abajo; que ya no hay más y que ahora solo resta flotar hacia arriba. Para nuestra sorpresa, cuando tocamos este duro punto vital lleno de dolor y tristeza real, nos libera. Porque ver libera y comprender da paz.
La vida, hoy, en su inmensa sabiduría nos está obligando a ir allí. La vida a través de la sociedad ya se ha pronunciado y nos dice:
“Ya no puedo esperarte más, tienes que ir allí a limpiar. Limpia, muere y renace. Hazlo ya y no lo pienses. Hazlo por ti, porque por amor a ti me amas a mí, atraviesa el miedo y llega al amor. Porque en el fondo, lo único que hay es amor siempre. El amor libera, el amor es vida, el miedo es muerte, tú eliges.”
Estamos confrontados a sanarnos por y con amor, no hay otra forma. Algunos elegirán irse y no seguir en este proceso de profunda y dura limpieza. Debemos honrar esta decisión y saber que los que se van, lo hacen para ayudar al trabajo de limpieza de los que se queden. Quienes mueran en esta pandemia, o permanezcan en el miedo, con violencia y pánico, les ha tocado la limpieza de la peor parte, desde allí nos recuerdan que su labor no debe ser en vano porque entre todos, estamos haciendo un gran trabajo. Ellos se están entregando de forma inconsciente, para ayudarnos a recordar el cambio de paradigma que ya está ocurriendo y que es un salto cuántico del miedo al amor.
Donde hay miedo hay muerte, toxicidad, odio y desconfianza; hay huida violencia y herida. De todo esto ya estamos hartos. La Madre Tierra nos viene indicando hace tiempo, que hay que hacer un gran cambio a la solidaridad, al servicio, al dar, al amar a todo y a todos. Por eso, antes de volver a salir hacia fuera dentro de unos meses, es necesario morir para poder renacer, para poder mirarnos a los ojos, ser amables y cívicos, cuidando y colaborando los unos con los otros para poder tomar la vida en toda su abundancia, porque la vida nos lo da todo, hasta las mejores experiencias para aprender, o las peores, eso depende de cómo puedas llevar esta experiencia a tu vida y hacer algo bueno con ella.
La India
www.la-india.es