“Ahondar en el flamenco para mí mismo, es mirarme en el espejo y tengo un millón de resistencias. El principal bloqueo es el estudio. Ir al estudio y sentir que no avanzo, que no tengo nada que contar, me falta la seguridad de creer en mí”.
            No son mis palabras, pero podrían serlo. Son las palabras de un lector. Si te resuenan también podrían ser las tuyas. He escogido esta frase al azar de entre las que  me llegan  regularmente, de las personas con las que trabajo en consulta, en las clases o me leen. Mensajes como este con la misma y dolorosa constante, es el reclamo, a esa parte esencial, que habita en núcleo del centro de tu corazón. 
“Me siento atrapada por el miedo a no hacer las cosas bien. Necesito liberarme de la trampa de la inseguridad, me gustaría adquirir más fuerza en los brazos para que mi baile realmente se vea flamenco”.
            Esta es otra forma más de describir el dolor de no Ser, bailando flamenco. Que me permito extractar y compartir, sin dar nombres, porque siento como si fuera la voz del corazón de aquellos que sienten esa ausencia. Sentir la falta de autenticidad a la hora de expresarnos en el baile -algo que sólo comprendemos aquellos que amamos y nos apasionamos con el baile flamenco- pero que también ocurre en otras danzas, expresiones artísticas y profesiones, porque en verdad sucede en tu vida-. En definitiva, el velo comienza a hacerse más permeable y comenzamos a darnos cuenta que esta personalidad llena de defensas que hemos creado, no somos nosotros. No soy yo.
            No sabes bien qué, pero no eres eso. Sientes, percibes o intuyes que eres mucho más, tanto más inmenso eres, que te abrumas  de esa grandeza y optas por limitarte  y mantenerte en lo viejo conocido donde todo está encajado, no hay sorpresas y las variantes son controladas.
            Cuando buscas el flamenco en ti, te buscas a ti y ese es el camino que emprendes. El flamenco es tu excusa para hacer el movimiento mas allá de tu sitio de confort, otras veces es el síntoma que te trae información para tu evolución.
            No es por sistema, porque es cierto que algunas personas se sienten tremendamente expansivas en su expresión artística flamenca. Sólo si sientes que no lo eres, que estas limitada o limitado, con bloqueos, pensamientos rumiantes, sensaciones que carraspean, comprenderás que no solo tienes que tratar de coger fuerza en tus brazos, sino en la fuerza que los mueve. Y eso es mirar en la raíz del movimiento emocional de tus brazos. Si observas, de la cintura para arriba es la parte expulsiva, expresiva, explosiva y toda esa emanación viene de tu emoción en el plexo solar, que tu corazón abraza y ama sin juzgar. Y cuando amas tus miedos dejas de esconderlos, para poder soltarlos y liberarlos  fuera. Eres auténtica o auténtico y sobre todo eres coherente con lo que sientes y libre para contar con tu arte quién eres, qué sientes, cómo lo sientes y dónde lo sientes. Eso que el flamenco mueve y tu mente -llena de mandatos y programas caducos- frena porque te debes a las estructuras del ego.
            No es el flamenco, eres tú. Porque a veces a tu flamenco le faltas tú. Y si le faltas tú…entonces ¿Quién esta danzando dentro de tu baile? Que es lo mismo que preguntar ¿Quién está viviendo dentro de tu vida? Estas preguntas atenderán a tu reclamo inicial acerca de bailar sin danzar. Y pueden ayudarte a aprender a vislumbrar, esa parte de tu esencia que habita en el núcleo del centro de tu corazón.  
La India.
Flamenca, Terapeuta y escritora
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