A once días de mis cincuenta años, siento como la vida manifiesta el destino que tiene pensado para mí. Tengo la necesidad de volver a cero y el deseo de aprender a amarme aceptando todo lo vivido y llevándolo conmigo para el camino que me queda por delante, pero esta vez en paz, con aceptación y armonía de todas mis partes.

          Siento mis cincuenta cumpleaños como un festejo de vida, de transformación y renacimiento. Estos días previos al 30 de octubre serán un modo de sellar en palabras, un proceso que viene dándose en mí del que necesito dejar constancia para ayudarme a recordar cuando en el futuro se me olvide.

          A mis treinta años tuve una certeza, deseo o ilusión, no sé qué fue exactamente, aunque sí lo sentí muy fuerte: el hombre de mi vida existía en algún lugar del mundo y decreté que lo iba a encontrar, afirmando que no me iba a ir de esta vida sin conocerlo. Él se manifestó y me trajo a vivir a la ciudad de mis sueños, Sevilla, yo esperaba secretamente que el amor de pareja me trajera la felicidad en toda mi vida. Ahora a mis cincuenta, desde ese mismo sitio profundo me viene una voz que me dice: aprende a vivir feliz.

         Sé que con la aceptación total se consigue la felicidad, ahora me avocaré a transitarlo el resto de mi vida.

          Iré compartiendo cada día una reflexión acerca de temas claves en mi vida, con la necesidad de mirarlos, honrarlos y dejarlos ir, para seguir mis años venideros más libre de encontrarme en paz, armonía y plenitud.

          Te invito a acompañarme cada día desde el 21 de octubre hasta el 30 de octubre y a vivir tus propias reflexiones.

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