El pronombre personal Lo, antepuesto, da carácter impersonal a la palabra femenino, que deja así de ser un atributo de algo masculino para ser un adjetivo sustantivado que sirve para nombrar algo y no para describirlo. Con el Lo por delante, ya no se sabe de quién se está hablando en cuanto a género, es que no se trata ya de hombres o mujeres, sino de algo que lo atraviesa, va un poco más allá o más acá. Porque lo femenino es anterior a esta dualidad y al mismo tiempo una instancia superior a la que llegar.

Lo femenino impersonal, se refiere a un tipo de energía que no sería igual descrita si en su lugar dijéramos la femenina, en este caso, tendríamos que anteponer la palabra energía para que quedara claro que estamos hablando de un potencial. Por tanto, es válido decir que hombres y mujeres estamos hechos en parte de energía femenina, que nos abarca y nos contiene y necesitamos entenderla, porque solo se teme lo que no se conoce.

El feminismo, que como sociedad estamos experimentando, no es más que un llamado a la reflexión acerca de qué nos pasa con nuestro femenino interno. No necesitamos un patriarcado fuera para sentirnos vulnerables o dominados; porque si observamos con claridad, el límite lo ponemos desde dentro cada día al despertar, dejando de lado lo que nos pasa, lo que sentimos. Porque eso no importa, no vale, no es tan real como el dinero que tanto nos motiva tener en la cuenta a fin de mes, lo emocional molesta y mejor pasar página para olvidar como si no existiera. No sabemos cuidarnos y mirarnos con amor, esta es la energía femenina enferma dentro de cada uno de nosotros, que no confía en lo que sabe hacer: cuidar, contener, intuir, ofrecer, sentir, aceptar.

Lo femenino no pertenece al género femenino en exclusiva, lo femenino es parte de la dualidad que nos conforma. Lo femenino es suave y al mismo tiempo vulnerable pero intenso, meticuloso y sabio. Lo femenino es el sentimiento profundo que sabe, es el alma guardada en el segundo chacra; es fuerte, resistente, puede rasgarse, desangrarse, sufrir dolor físico y emocional, tan solo por entregarse al amor creando vida dentro de sí.

Lo femenino perdona, es incondicional, pasivo y abnegado, es la limpieza profunda del inconsciente.

Lo femenino es la historia pasada, la búsqueda que necesita de las murallas de la protección y la fuerza que conoce y sabe usar lo masculino. Esta es una energía diferente con cualidades opuestas, tajantes, vibrantes, expansivas, explosivas, activas, que repelen todo lo que pueda agredir, dañar o molestar a lo femenino, porque sabe perfectamente que el femenino es su núcleo y sin lo femenino pierde el centro.

Lo femenino es la noche oscura del alma; lo masculino es la luz que derrama fortuna espiritual. Lo masculino fluye e intercambia su conocimiento con la sabiduría del femenino, así se regula y calma la acción de su fuego para evolucionar.

Lo femenino sin lo masculino es solo una parte inconclusa que, como mujeres, nos deja a medias, débiles y demandantes. En los hombres que niegan su lado femenino, su masculino precario es una bomba de relojería sin control.

El matriarcado y el patriarcado es polaridad, rivalidad, guerra, separación, desprecio, un gasto de energía que deja a hombres y mujeres débiles, vulnerables, carentes y despojados de amor. A cambio les insufla miedo y donde hay miedo, no hay amor.

Lo femenino debe hacer lo que sabe hacer que es: abrirse, entregarse, relajarse y absorber para transformar dentro de sí a la humanidad futura, solo así se creará el nuevo ser cuyo género será el amor. Lo masculino es el guerrero que debe hacer lo que sabe hacer: usar la fuerza para proteger su interior, el nido, contra todo lo que amenace al nacimiento del amor.

Lo femenino es la parte emocional, lo que sientes en tu corazón. Lo masculino es el poder de expresarlo fuera con confianza y optimismo.

El poder del corazón es encontrar dentro de cada quien su matrimonio interior masculino-femenino, el cambio de paradigma vendrá después por sí solo, tú solo ocúpate de tu femenino.

La India

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