El cuerpo, el único territorio real en el que existimos

El cuerpo, el único territorio real en el que existimos

Tu mente crea tu baile y tú lo padeces, del mismo modo crea tu vida y tú eres su víctima. Con la auto-observación es posible ganar espacio mental para llevarlo al terreno corporal haciéndonos cada vez, un poco más reales.

Solemos habitar un mundo de fantasía, el imaginario creado por la mente. Un espacio efímero, inocuo e invisible que deambula entre el pasado y el  futuro. La única posibilidad de estar aquí y ahora, viviendo consciente del presente es a través del cuerpo y sus sensaciones. El cuerpo es el único territorio real en el que existimos, en él está nuestra historia, porque en él la hemos estado escribiendo día a día desde nuestra gestación, aunque solo le echamos cuenta cuando duele, funciona mal o se está muriendo.

Quien como espectador se topa por primera vez con el baile flamenco, queda prendado de esa imagen imponente de color y forma, rematada por el compás envolvente; donde la energía femenina desde la redondez y la masculina desde sus líneas, se rompen para retorcerse entre lunares, crespón y peinas. Dentro de esa forma corpórea hay una vida pulsando, hablando y manifestándose, precisamente porque el baile flamenco se remite expresamente a los sentimientos de quien lo ejecuta.

Lo que tú eres está en tu baile del mismo modo que está en tu vida, pero la diferencia es que al expresarte como bailaor o bailaora las defensas caducan y eso que ocultas se pone de manifiesto súbitamente sin tu permiso.  No muestras lo que tú quieres o crees mostrar -eso no puedes controlarlo con tu estructura mental-  es el inconsciente quien encuentra la salida de aquello que no puede expresar con palabras de forma consciente y lo hace a través del lenguaje musical, corporal o estético, valiéndose de todas las herramientas del arte. El ego, que está ocupado en controlar la perfección de la imagen mental que está creando, descuida así el blindaje de las defensas y es justo ahí, cuando la sombra se muestra atravesando el cuerpo y generando un éter de dolor, miedo, alegría y tristeza que el flamenco despierta y que el artista recrea a compás.

Las emociones primarias que la persona no puede ver ni se atreve a descubrir, salen a través del personaje del artista  al son de una soleá, una bulería o tangos. Ese arte, es la vida que ha pasado por el cuerpo quedando incrustada allí y que el artista sublima burlando al ego.

El arte es la expresión inconsciente y un mensaje con código cifrado del ser, pidiendo libertad. Si sabes qué de tu vida se expresa en cada tercio eres libre y si no seguirás dentro de tu prisión, volando solo en el ensueño del tablao.

La auto-observación no es fácil, con ayuda es posible ganar espacio mental para llevarlo al terreno corporal haciéndonos conscientes poco a poco. Poniendo atención e intención y cuestionando acerca del sentir, de la percepción o intuición que operan siempre en el presente. Dejándonos guiar por el cuerpo lleno de vida y sabiduría, en lugar de por el pensamiento hacia un espacio reducido e irreal.

Observa tu arte -tu baile- así sabrás mucho más de ti. Hay una sola puerta a la vida tan evidente, sencilla y fácil que no nos lo creemos: el cuerpo. Escuchando al cuerpo te escuchas a ti, pero escuchando a tus pensamientos escuchas tus mandatos y programas. Escucharte implica riesgos, incertidumbre y cambios en tu vida, para después de un tiempo renacer a una nueva realidad interna que se expresará en una externa. Escuchar a tu mente implica limitaciones, dudas, intranquilidad, esfuerzo, lucha permanente por sobrevivir e inmovilidad. Permitiendo que tu mente nombre lo que tu cuerpo siente, serás dueño de tu vida y de tu baile o al menos descubrirás muchas experiencias interesantes para tu evolución en el camino.

“La India”
Flamenca-Terapeuta Corporal- Escritora
www.la-india.es
El cuerpo calla lo que el corazón grita. El baile flamenco y la terapia corporal.

El cuerpo calla lo que el corazón grita. El baile flamenco y la terapia corporal.

Artículo publicado por el Correo de Sevilla el 8 de noviembre de 2017

El flamenco surge como el lenguaje de la expresión genuina de un pueblo que explota en forma de arte su miedo, su dolor y su más profundo penar. Hoy, todo ese cúmulo de emociones primarias sigue tan vigente como antaño, solo que hoy: el cuerpo calla y enmascara lo que el corazón pide a gritos. Hoy duele no Ser uno o una misma bailando.
Con la terapia corporal y a través del flamenco, podemos llegar a los patrones inconscientes de éste dolor, transitarlos y liberarlos.
            La mente, aliada de las estructuras tangibles y gobernables apresa al cuerpo como su lacayo. Así es como primero pensamos y luego actuamos en función de lo que creemos. En el baile flamenco actualmente ocurre del mismo modo.
            Se crea en la imagen mental aquella forma que queremos dar a una soleá, por ejemplo y se somete al cuerpo a esa imagen de ensueño. En el mejor de los casos es una imagen que efectivamente brota del sentir del corazón, pero a decir verdad, esa imagen jamás llega pura a la estructuración mental que la  pone en marcha, sino que llega tan filtrada, recortada y reprimida que se torna una imagen zombi. Pero aún hay más, porque muchas veces, la imagen que la mente crea no es en base a lo que emana del corazón de quien baila o estudia baile flamenco, sino de sus iconos e ideales mentales basados en los grandes de este arte y que ellos mismos dogmatizan. Así la creación es absolutamente mental, aunque bien podría ser una copia perfecta y estéticamente bella, el problema es el frío vacío que se siente profunda y permanentemente. “No estoy ahí cuando bailo”
            Desde mi experiencia, puedo decir que me llega a través de clientes, alumnos, profesionales y lectores, una única y dolorosa constante: ¿Por qué no puedo expresar todo lo que siento?“Tengo miedo, no tengo nada que dar, me paralizo al subir al tablao”. Podría citar muchas frases más, pero todas van al mismo punto: el dolor de no Ser uno o una misma bailando.
             Ante este grito ahogado, la solución más a la mano que encuentran es seguir estudiando, perfeccionando movimientos y buscando seguridad en la ejercitación de sus tablas de pies, para sentir ese arraigo a la tierra y remediar así lo que ocurre en ese segundo trágico en el que el frío se mete en el cuerpo, las piernas se endurecen y el corazón late a mil por hora.  
            Esta falta de coherencia entre el sentir y el hacer no atañe solo a quien baila flamenco, puesto que todos hemos sido adoctrinados sistémicamente. Llegados a este punto, nos cuesta tantísimo identificar el deseo profundo que viene del corazón, que para ello, algunas personas buscamos algo que ni sabemos qué es, pero intuimos que allí está. Para abrir la conexión mente, cuerpo y corazón, durante años investigamos, curioseamos y estudiamos caminos encapsulados genética y ancestralmente, con el único fin de bailar por Soleá con el corazón abierto. 
            El flamenco es un canal directo al corazón y desde el corazón a la esencia del Ser. Siguiendo el camino hacia dentro, hacía lo profundo, doloroso y oscuro, aletargado en el sótano, lo que yo llamo “las cavernas del averno” es dónde encontramos el poder para volver a crear.
            Cuando los sueños del alma, aquellos que nos apresaron y silenciaron salen de la oscuridad a la luz, el baile se hace danza y así se convierte en sagrado, porque finalmente expresa al Ser. No es un camino fácil, pero puedo decir que a través de la terapia corporal buscamos romper el círculo vicioso de bailar a costa del esfuerzo como único recurso. Desmenuzamos información sutil arraigada en el cuerpo, desbloqueando recursos corporales, mentales y emocionales, trabajamos con esa frustración que se hace síntoma en el baile y la finalidad es que la persona recoja sus propios recursos y potenciales.
            El baile flamenco, para quien lo vive, ofrece en el proceso terapéutico un camino de evolución para acceder tanto a la dimensión espiritual, como a la inconsciente, por tanto, cuando buscas el flamenco en ti, te buscas a ti y ese es el camino que emprendes. El flamenco es empuje para hacer el movimiento más allá del sitio de confort. Otras veces, es el síntoma que trae información para el cambio.
            Definitivamente no es el flamenco quien te hace sufrir, eres tú. Porque a veces a tu flamenco le faltas tú. Y si le faltas tú…entonces ¿Quién esta danzando dentro de tu baile? Que es lo mismo que preguntar ¿Quién está viviendo dentro de tu vida?
“La India”.
Flamenca, Terapeuta y Escritora
www.la-india.es
EL sufrimiento de bailar sin danzar.

EL sufrimiento de bailar sin danzar.


“Ahondar en el flamenco para mí mismo, es mirarme en el espejo y tengo un millón de resistencias. El principal bloqueo es el estudio. Ir al estudio y sentir que no avanzo, que no tengo nada que contar, me falta la seguridad de creer en mí”.
            No son mis palabras, pero podrían serlo. Son las palabras de un lector. Si te resuenan también podrían ser las tuyas. He escogido esta frase al azar de entre las que  me llegan  regularmente, de las personas con las que trabajo en consulta, en las clases o me leen. Mensajes como este con la misma y dolorosa constante, es el reclamo, a esa parte esencial, que habita en núcleo del centro de tu corazón. 
“Me siento atrapada por el miedo a no hacer las cosas bien. Necesito liberarme de la trampa de la inseguridad, me gustaría adquirir más fuerza en los brazos para que mi baile realmente se vea flamenco”.
            Esta es otra forma más de describir el dolor de no Ser, bailando flamenco. Que me permito extractar y compartir, sin dar nombres, porque siento como si fuera la voz del corazón de aquellos que sienten esa ausencia. Sentir la falta de autenticidad a la hora de expresarnos en el baile -algo que sólo comprendemos aquellos que amamos y nos apasionamos con el baile flamenco- pero que también ocurre en otras danzas, expresiones artísticas y profesiones, porque en verdad sucede en tu vida-. En definitiva, el velo comienza a hacerse más permeable y comenzamos a darnos cuenta que esta personalidad llena de defensas que hemos creado, no somos nosotros. No soy yo.
            No sabes bien qué, pero no eres eso. Sientes, percibes o intuyes que eres mucho más, tanto más inmenso eres, que te abrumas  de esa grandeza y optas por limitarte  y mantenerte en lo viejo conocido donde todo está encajado, no hay sorpresas y las variantes son controladas.
            Cuando buscas el flamenco en ti, te buscas a ti y ese es el camino que emprendes. El flamenco es tu excusa para hacer el movimiento mas allá de tu sitio de confort, otras veces es el síntoma que te trae información para tu evolución.
            No es por sistema, porque es cierto que algunas personas se sienten tremendamente expansivas en su expresión artística flamenca. Sólo si sientes que no lo eres, que estas limitada o limitado, con bloqueos, pensamientos rumiantes, sensaciones que carraspean, comprenderás que no solo tienes que tratar de coger fuerza en tus brazos, sino en la fuerza que los mueve. Y eso es mirar en la raíz del movimiento emocional de tus brazos. Si observas, de la cintura para arriba es la parte expulsiva, expresiva, explosiva y toda esa emanación viene de tu emoción en el plexo solar, que tu corazón abraza y ama sin juzgar. Y cuando amas tus miedos dejas de esconderlos, para poder soltarlos y liberarlos  fuera. Eres auténtica o auténtico y sobre todo eres coherente con lo que sientes y libre para contar con tu arte quién eres, qué sientes, cómo lo sientes y dónde lo sientes. Eso que el flamenco mueve y tu mente -llena de mandatos y programas caducos- frena porque te debes a las estructuras del ego.
            No es el flamenco, eres tú. Porque a veces a tu flamenco le faltas tú. Y si le faltas tú…entonces ¿Quién esta danzando dentro de tu baile? Que es lo mismo que preguntar ¿Quién está viviendo dentro de tu vida? Estas preguntas atenderán a tu reclamo inicial acerca de bailar sin danzar. Y pueden ayudarte a aprender a vislumbrar, esa parte de tu esencia que habita en el núcleo del centro de tu corazón.  
La India.
Flamenca, Terapeuta y escritora
www.la-india.es
El Flamenco y el gen del movimiento en el baile.

El Flamenco y el gen del movimiento en el baile.


          El Flamenco se ha hecho inmenso, abarca a artistas de todas las nacionalidades que pueden expresar y ganarse la vida bailando Flamenco. Ellos consumen el arte y la sabiduría de la fuente, en Andalucía -como siempre y desde siempre- para expandirlo por el resto de España y el mundo. Estudiantes de todas las regiones del planeta están aprendiendo español, tan sólo por comprender el mensaje del cante y el lenguaje de las clases, como pellizco, recoger, aire. La enseñanza se va a adaptando a la necesidad de tener que transmitir un mensaje cifrado como si fuera la tabla del dos.
           Es cierto, el Flamenco es muy difícil. Desde comprender musicalmente la métrica del compás por bulerías, lanzar un grito de dolor sin gritar, o su ejecución misma a la hora de bailar. Cualquier músico experimentado se rompe la cabeza en ésta yuxtaposición del ¾ y 6/8, lo mismo que una gran cantante de garganta prodigiosa no logra decir los ayes de salida o los melismas del cante. El mejor bailarín del Bolshói puede adaptar su cuerpo a cualquier tipo de danza, pero para el flamenco es tan torpe como cualquier principiante. En cuanto al baile, no se trata de habilidades físicas se trata de comprender el gen del movimiento flamenco.  
 Se está reinterpretando el arte flamenco de los grandes -de los pocos que quedan, como Manuela Carrasco, Matilde Coral, Angelita Vargas, La Chana o los que ya no están como Farruco, Carmen Amaya, la lista es larga y vale quilates-. Reinterpretándose para la enseñanza, e investigando a través de la dimensión corporal, el gen de esos movimientos flamencos. Sin empañar el arte como expresión única de la personalidad flamenca de los “antiguos”.
          Por mi clase han pasado grandes músicos, cantantes y profesionales del baile de otras danzas, con base en la danza clásica -el flamenco les destrozó sus parámetros-  todos podían aprender a “hacer” desde el primer momento,  pero ninguno captaba la sensación de pellizco, aire o soniquete. Si para éstos profesionales su percepción se densificaba, ¿podéis imaginar lo que supone para cualquier persona con cultura musical o corporal corriente? Ni siquiera me refiero a quien no comprenda el idioma, que por supuesto presume aún más esfuerzo, sino a quienes no conocen la energía de su cuerpo. Pongo un ejemplo: cuando en clase digo “levanta el esternón”, suelen levantar los hombros  y además acortan la respiración. Esto ocurre cuando no habitamos en nuestras sensaciones. 
           Alguien totalmente ajeno a la cultura del flamenco pero apasionado por él, necesita comprender mentalmente, para dar la orden a su cuerpo de hacer. Copiar lo que el maestro propone, ya es un pobre recurso; de éste modo no hay presencia en el cuerpo, porque las sensaciones que rellenan una marcaje no se hacen conscientes. Tengo alumnos que en su primera clase me informan de todos los grandes artistas del flamenco con los que han dado sus clases,  la verdad es que en algún punto me asusto y me pregunto “¿Qué voy a enseñarle yo?”  Ellos cogen rápidamente los ejercicios y los pasos, pero el cuerpo va a tirones, descolocado, sin aire y con esfuerzo.   
          Se está reinterpretando el arte flamenco de los grandes -de los pocos que quedan, como Manuela Carrasco, Matilde Coral, Angelita Vargas, La Chana o los que ya no están como Farruco, Carmen Amaya, la lista es larga y vale quilates-. Reinterpretándose para la enseñanza, e investigando a través de la dimensión corporal, el gen de esos movimientos flamencos. Sin empañar el arte como expresión única de la personalidad flamenca de los “antiguos”. Los maestros que somos contemporáneos a ellos, no creamos éste arte, pero lo decodificamos. Siguiendo el proceso de nuestros propios movimientos con la vida a través del gen flamenco primero y luego pasándolo a los alumnos. Yo me considero una de ellos, ya que mi formación como terapeuta corporal me ha dado las herramientas necesarias  para saber percibir en el cuerpo de los alumnos o consultantes.  
          Me apasiona observar la transformación que acontece, cuando se toma conciencia con unas pocas y simples pautas, lo que ocurre con la propia energía. Se abre un camino mente-cuerpo,  que con la práctica lleva a la mutación: primero el cuerpo ¿Qué siento? Y luego la mente ¿que pienso de esto que siento? Porque la vida como el baile, ocurre en el cuerpo. 
La India