Cuenta atrás.

Cuenta atrás.

A once días de mis cincuenta años, siento como la vida manifiesta el destino que tiene pensado para mí. Tengo la necesidad de volver a cero y el deseo de aprender a amarme aceptando todo lo vivido y llevándolo conmigo para el camino que me queda por delante, pero esta vez en paz, con aceptación y armonía de todas mis partes.

          Siento mis cincuenta cumpleaños como un festejo de vida, de transformación y renacimiento. Estos días previos al 30 de octubre serán un modo de sellar en palabras, un proceso que viene dándose en mí del que necesito dejar constancia para ayudarme a recordar cuando en el futuro se me olvide.

          A mis treinta años tuve una certeza, deseo o ilusión, no sé qué fue exactamente, aunque sí lo sentí muy fuerte: el hombre de mi vida existía en algún lugar del mundo y decreté que lo iba a encontrar, afirmando que no me iba a ir de esta vida sin conocerlo. Él se manifestó y me trajo a vivir a la ciudad de mis sueños, Sevilla, yo esperaba secretamente que el amor de pareja me trajera la felicidad en toda mi vida. Ahora a mis cincuenta, desde ese mismo sitio profundo me viene una voz que me dice: aprende a vivir feliz.

         Sé que con la aceptación total se consigue la felicidad, ahora me avocaré a transitarlo el resto de mi vida.

          Iré compartiendo cada día una reflexión acerca de temas claves en mi vida, con la necesidad de mirarlos, honrarlos y dejarlos ir, para seguir mis años venideros más libre de encontrarme en paz, armonía y plenitud.

          Te invito a acompañarme cada día desde el 21 de octubre hasta el 30 de octubre y a vivir tus propias reflexiones.

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Danzar es mirarte por dentro.

Danzar es mirarte por dentro.

Lo que expresas en tu danza es a ti.
Lo que expresas danzando es tu profundidad.
Lo que expresas danzando es tu Ser.
Pero…
            Sé que diciendo pero invalido todo lo anterior y lo hago queriendo. –La psicología de la Gestalt dice que: el pero en una frase anula lo anterior y solo permanece lo que digo después de éste-.       
            Lo que expresas danzando es tu esencia, pero sólo si has aprendido a percibirte, sentirte, intuirte y mirar dentro de tus emociones, de lo contrario sólo estarás danzando con tu neurosis.
            Cuando danzas contigo, lo haces con todas tus partes: cuerpo, corazón, alma y espíritu en total aceptación. Una aceptación que va más allá de lo que puedas comprender y que está más acá de la simple alegría como lo más parecido a estar en paz, disfrutando plenamente  del momento.  Si no trabajas con tu interior, es decir con aquello que hay detrás de una molestia,  un esfuerzo sostenido,  un permanente “no puedo” o aquella premisa de no parar nunca, exigiéndote  al máximo  para calcar una forma de otro; si no desmantelas esas partes de tu personalidad que te impiden danzar con lo más auténtico de ti solo estarás bailando con tu esfuerzo, exigencia y tus parloteos mentales de mamá y papá. Te creerás libre, cuando en verdad solo estás exteriorizando la estética de tus personas internas.

            Sólo se trata de comprender, porque el hacer, qué, cómo o cuándo, viene por añadidura. Sacando las raíces de tus partes profundas y oscuras hacia la luz, éstas mueren. Osho dice: “ninguna raíz que es sacada de la tierra y expuesta a la luz del sol, vive”.  

            Tu deseo de danzar es genuino porque viene de tu corazón, pero tu baile en sí mismo no hace genuina tu expresión, porque quien lo interpreta es tú. Y tú, no lo eres completamente  porque te has dejado partes olvidadas o escondidas detrás de ti, allí en las “Cavernas del Averno”, también de tu corazón.  Este lo guarda todo, tus amores, tus deseos más genuinos, tus miedos y dolores. La combinación del quiero y no puedo que acompaña a cada persona y de la que podremos escapar con la ayuda objetiva de un acompañamiento terapéutico.
            Por eso, danzar es mirarse por dentro y sea lo que sea que encuentres allí debes sacarle a la luz, sólo así dejarás de esconderlo, temerle o negarlo. Entonces tu danza podrá ser personal, atrapante, conmovedora o simplemente diferente y tú habrás sanado un poquito más, entrando en el espacio de la coherencia  entre el hacer del corazón y el saber de tu espíritu, porque la que ha sanado es tu alma. Es ella quien dentro de tu corazón guarda las memorias de los deseos y dolores de tu existencia.
Por eso digo que danzar es expresar  lo que sientes por ti, aceptando sin juicios las emociones de tu corazón en coherencia con tu espíritu, que es quien te guía en el camino.
La India
Flamenca.Terapeuta corporal.Escritora
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La diferencia entre Bailar y Danzar.

La diferencia entre Bailar y Danzar.

Danzar es un momento con uno. Bailar es un momento con otros.
Puede que a través del baile alcances la danza, una vez que hayas unido en ti la estética y  la autenticidad.
             Danzar es un momento con uno, está relacionado con lo intuitivo, perceptivo y espiritual. Es un fenómeno que ocurre como producto de un misticismo sectario y enajenado. Enajenado de todo lo que no atañe a lo esencial del Ser que danza.
            El danzar tiene que ver con lo ritual, vital y trascendente. Es un viaje interior profundo que escapa a la parte consciente para cavar incluso en lo que está por debajo, el Inconsciente, ese espacio virtual que conoce de ti a pesar de ti, de todos y de todo. Sabe que tú eres sólo una parte de ti, la visible y la que crees ser.
            Danzar, es conectar con el universo a través del ritmo y es éste pulso quién rompe las corazas de la mente y del cuerpo para despertar memorias antiguas liberándolas a través del movimiento. Paulatina e hipnoticamente, en un vilo entre control y descontrol, el cuerpo va energizándose en una espiral ascendente hasta llegar en un  instante santo, al desenlace y explosión, con dibujos espasmódicos, vigorosos y bellos. Solemos llamar a esta resolución arte y no es nada más ni nada menos que la belleza de la autenticidad: el vislumbre del Ser en danza. Así, como si terminara el trance, las sensaciones físicas comienzan a sentirse: temblor, palpitación, excitación, sudor, todas sensaciones corporales nuevas, potentes y hasta abrumadoras que sólo aparecen ante emociones primarias que no se acostumbran expresar en la vida diaria, porque permanecen ocultas en las formas éticas que la sociedad acepta, creando así las corazas musculares de las que habla W. Reich. Es como si todo hubiera ocurrido en un sueño, pero es lo más real que tu cuerpo ha expresado, de igual modo que lo hace en un orgasmo.
            Extrapolando la danza a la vida -danzar con la vida- es transitar la vida con naturalidad y aceptación más allá de la intensidad; “danzando” con cada situación para sacar el mejor favor posible. Este concepto, que conecta con el fluir en el momento presente,  nos ayuda a salir del drama y lo traumático, permite aprovechar la experiencia viviendo cada momento sin esconder ni negar nada, aceptar que lo que está sucediendo ahora así es y la única forma de cambiarlo, es transitándolo en toda su extensión hasta su espontánea transformación.
            Bailar se corresponde con un aspecto tan importante de la existencia como es lo relacional. Es conectar con el exterior, el público, la mente y lo aprendido. Hay un cierto control de lo que está ocurriendo entre el afuera y el adentro de ti. Las sensaciones tienen un límite y no desencadenan las emociones primarias. El bailar se desarrolla en el brillo de la piel y en su tersura. En el bailar está presente el tesón, la responsabilidad, la inteligencia, las horas de ensayo e investigación de las capacidades de tu cuerpo y la belleza de la estética.
            De la misma manera bailar con la vida, sería como seguir el ritmo impuesto por el entorno, las consecuencias de acciones y relaciones. Dar la talla, alcanzando metas y expectativas donde el intelecto se entrena y se educa pudiendo, si se lo propone, alcanzar la excelencia.
            La estética puedes alcanzarla con el tiempo y el estudio, pero la autenticidad es como alcanzar la iluminación. Puede que a través del baile alcances la danza, una vez que hayas unido en ti de forma natural o aprendida, la estética y la autenticidad.
            El Yoga cree que con la práctica llegas a la iluminación, el Tantra sin embargo dice que ésta simplemente ocurre. En todo caso de la única manera que puedes despertarte del letargo y descubrir tu danza es con el movimiento consciente. Este es el camino, puede que lo consigas puede que no, tendrás que descubrirlo en tu experiencia.
La India
Flamenca, Terapeuta Corporal, Escritora
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El cuerpo, el único territorio real en el que existimos

El cuerpo, el único territorio real en el que existimos

Tu mente crea tu baile y tú lo padeces, del mismo modo crea tu vida y tú eres su víctima. Con la auto-observación es posible ganar espacio mental para llevarlo al terreno corporal haciéndonos cada vez, un poco más reales.

Solemos habitar un mundo de fantasía, el imaginario creado por la mente. Un espacio efímero, inocuo e invisible que deambula entre el pasado y el  futuro. La única posibilidad de estar aquí y ahora, viviendo consciente del presente es a través del cuerpo y sus sensaciones. El cuerpo es el único territorio real en el que existimos, en él está nuestra historia, porque en él la hemos estado escribiendo día a día desde nuestra gestación, aunque solo le echamos cuenta cuando duele, funciona mal o se está muriendo.

Quien como espectador se topa por primera vez con el baile flamenco, queda prendado de esa imagen imponente de color y forma, rematada por el compás envolvente; donde la energía femenina desde la redondez y la masculina desde sus líneas, se rompen para retorcerse entre lunares, crespón y peinas. Dentro de esa forma corpórea hay una vida pulsando, hablando y manifestándose, precisamente porque el baile flamenco se remite expresamente a los sentimientos de quien lo ejecuta.

Lo que tú eres está en tu baile del mismo modo que está en tu vida, pero la diferencia es que al expresarte como bailaor o bailaora las defensas caducan y eso que ocultas se pone de manifiesto súbitamente sin tu permiso.  No muestras lo que tú quieres o crees mostrar -eso no puedes controlarlo con tu estructura mental-  es el inconsciente quien encuentra la salida de aquello que no puede expresar con palabras de forma consciente y lo hace a través del lenguaje musical, corporal o estético, valiéndose de todas las herramientas del arte. El ego, que está ocupado en controlar la perfección de la imagen mental que está creando, descuida así el blindaje de las defensas y es justo ahí, cuando la sombra se muestra atravesando el cuerpo y generando un éter de dolor, miedo, alegría y tristeza que el flamenco despierta y que el artista recrea a compás.

Las emociones primarias que la persona no puede ver ni se atreve a descubrir, salen a través del personaje del artista  al son de una soleá, una bulería o tangos. Ese arte, es la vida que ha pasado por el cuerpo quedando incrustada allí y que el artista sublima burlando al ego.

El arte es la expresión inconsciente y un mensaje con código cifrado del ser, pidiendo libertad. Si sabes qué de tu vida se expresa en cada tercio eres libre y si no seguirás dentro de tu prisión, volando solo en el ensueño del tablao.

La auto-observación no es fácil, con ayuda es posible ganar espacio mental para llevarlo al terreno corporal haciéndonos conscientes poco a poco. Poniendo atención e intención y cuestionando acerca del sentir, de la percepción o intuición que operan siempre en el presente. Dejándonos guiar por el cuerpo lleno de vida y sabiduría, en lugar de por el pensamiento hacia un espacio reducido e irreal.

Observa tu arte -tu baile- así sabrás mucho más de ti. Hay una sola puerta a la vida tan evidente, sencilla y fácil que no nos lo creemos: el cuerpo. Escuchando al cuerpo te escuchas a ti, pero escuchando a tus pensamientos escuchas tus mandatos y programas. Escucharte implica riesgos, incertidumbre y cambios en tu vida, para después de un tiempo renacer a una nueva realidad interna que se expresará en una externa. Escuchar a tu mente implica limitaciones, dudas, intranquilidad, esfuerzo, lucha permanente por sobrevivir e inmovilidad. Permitiendo que tu mente nombre lo que tu cuerpo siente, serás dueño de tu vida y de tu baile o al menos descubrirás muchas experiencias interesantes para tu evolución en el camino.

“La India”
Flamenca-Terapeuta Corporal- Escritora
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El Flamenco y el gen del movimiento en el baile.

El Flamenco y el gen del movimiento en el baile.


          El Flamenco se ha hecho inmenso, abarca a artistas de todas las nacionalidades que pueden expresar y ganarse la vida bailando Flamenco. Ellos consumen el arte y la sabiduría de la fuente, en Andalucía -como siempre y desde siempre- para expandirlo por el resto de España y el mundo. Estudiantes de todas las regiones del planeta están aprendiendo español, tan sólo por comprender el mensaje del cante y el lenguaje de las clases, como pellizco, recoger, aire. La enseñanza se va a adaptando a la necesidad de tener que transmitir un mensaje cifrado como si fuera la tabla del dos.
           Es cierto, el Flamenco es muy difícil. Desde comprender musicalmente la métrica del compás por bulerías, lanzar un grito de dolor sin gritar, o su ejecución misma a la hora de bailar. Cualquier músico experimentado se rompe la cabeza en ésta yuxtaposición del ¾ y 6/8, lo mismo que una gran cantante de garganta prodigiosa no logra decir los ayes de salida o los melismas del cante. El mejor bailarín del Bolshói puede adaptar su cuerpo a cualquier tipo de danza, pero para el flamenco es tan torpe como cualquier principiante. En cuanto al baile, no se trata de habilidades físicas se trata de comprender el gen del movimiento flamenco.  
 Se está reinterpretando el arte flamenco de los grandes -de los pocos que quedan, como Manuela Carrasco, Matilde Coral, Angelita Vargas, La Chana o los que ya no están como Farruco, Carmen Amaya, la lista es larga y vale quilates-. Reinterpretándose para la enseñanza, e investigando a través de la dimensión corporal, el gen de esos movimientos flamencos. Sin empañar el arte como expresión única de la personalidad flamenca de los “antiguos”.
          Por mi clase han pasado grandes músicos, cantantes y profesionales del baile de otras danzas, con base en la danza clásica -el flamenco les destrozó sus parámetros-  todos podían aprender a “hacer” desde el primer momento,  pero ninguno captaba la sensación de pellizco, aire o soniquete. Si para éstos profesionales su percepción se densificaba, ¿podéis imaginar lo que supone para cualquier persona con cultura musical o corporal corriente? Ni siquiera me refiero a quien no comprenda el idioma, que por supuesto presume aún más esfuerzo, sino a quienes no conocen la energía de su cuerpo. Pongo un ejemplo: cuando en clase digo “levanta el esternón”, suelen levantar los hombros  y además acortan la respiración. Esto ocurre cuando no habitamos en nuestras sensaciones. 
           Alguien totalmente ajeno a la cultura del flamenco pero apasionado por él, necesita comprender mentalmente, para dar la orden a su cuerpo de hacer. Copiar lo que el maestro propone, ya es un pobre recurso; de éste modo no hay presencia en el cuerpo, porque las sensaciones que rellenan una marcaje no se hacen conscientes. Tengo alumnos que en su primera clase me informan de todos los grandes artistas del flamenco con los que han dado sus clases,  la verdad es que en algún punto me asusto y me pregunto “¿Qué voy a enseñarle yo?”  Ellos cogen rápidamente los ejercicios y los pasos, pero el cuerpo va a tirones, descolocado, sin aire y con esfuerzo.   
          Se está reinterpretando el arte flamenco de los grandes -de los pocos que quedan, como Manuela Carrasco, Matilde Coral, Angelita Vargas, La Chana o los que ya no están como Farruco, Carmen Amaya, la lista es larga y vale quilates-. Reinterpretándose para la enseñanza, e investigando a través de la dimensión corporal, el gen de esos movimientos flamencos. Sin empañar el arte como expresión única de la personalidad flamenca de los “antiguos”. Los maestros que somos contemporáneos a ellos, no creamos éste arte, pero lo decodificamos. Siguiendo el proceso de nuestros propios movimientos con la vida a través del gen flamenco primero y luego pasándolo a los alumnos. Yo me considero una de ellos, ya que mi formación como terapeuta corporal me ha dado las herramientas necesarias  para saber percibir en el cuerpo de los alumnos o consultantes.  
          Me apasiona observar la transformación que acontece, cuando se toma conciencia con unas pocas y simples pautas, lo que ocurre con la propia energía. Se abre un camino mente-cuerpo,  que con la práctica lleva a la mutación: primero el cuerpo ¿Qué siento? Y luego la mente ¿que pienso de esto que siento? Porque la vida como el baile, ocurre en el cuerpo. 
La India