Las devoluciones fueron como leer un libro acerca de mí.

Las devoluciones fueron como leer un libro acerca de mí.

Cuando inicié este trabajo mi vida estaba ocupadísima…Pero justo estaba por regresar a dar clases después de una pausa de casi 4 años y no podía dejar pasar la oportunidad de trabajar en mí. Siempre he tenido por principio estar capacitándome si estoy dando clases, es como un compromiso hacia mí y hacia mis alumnas, así que era justo lo que necesitaba.

Llegué justo al final del primer Tutorial 21 y me dolió habérmelo perdido, pues había encontrado algo que iba más allá de pasos o una coreografía ¡Las sensaciones del cuerpo! Ya estaba acostumbrada a trabajar con las emociones y pensamientos ¿pero el cuerpo? Eso era nuevo y no podía perdérmelo. Uno de los maestros con los que más he tomado clase ha sido Antonio el Pipa. El me enseñó acerca de la energía y el cuerpo. A partir de tomar clases con él yo cambié y mi danza comenzó a ser otra. Mi cuerpo como canal de energía que se mueve a través de la danza ¡y pude sentirla! Ahora, contigo, volvía a toparme con esa energía, pero también con algo más… el misterio del cuerpo y las sensaciones corporales. No podía estar más feliz ni más emocionada pues, comenzaría a trabajar en mí y en mi cuerpo que me había dado dos decepciones en el transcurso de un año atrás: no concebir hijos y manifestar hipotiroidismo. Todas las mañanas y tardes ocupada, incluso los fines de semana ¿En qué momento iba a poder dedicarme unos minutos para este trabajo de conciencia corporal que necesitaba tanto?


En un principio me conformaba con ir leyendo, ir viendo y aprendiendo de lo que mis compañeras compartían. Sabía que tenía un tesoro y muchas veces eso fue suficiente. Pero comienzas a inquietar, a decir ¡hazlo que para eso estás aquí! Y fui luchando para encontrar huecos de tiempo. Y fui subiendo algunos vídeos para que sean supervisados por India ¡Las devoluciones fueron como leer un libro acerca de mí! ¡Y me fui dando cuenta de tantas cosas! Así como en la danza en la vida  ¡Y me fui dando cuenta de tantas cosas! Así como en la danza en la vida. Fui abordando mis clases de manera diferente, desde la perspectiva del cuerpo. Fueron saliendo muchas palabras nuevas en mi vocabulario dancístico como por ejemplo “corporalizar un paso”: poner un paso en el cuerpo vs. poner el cuerpo en un paso. Y así cada momento de las coreografías, sabiendo cómo ayudarlas a construir un “yo corporal más seguro”.

El tutorial 365 no lo he aplicado tal cual a las clases como técnica, pero sí como actitud- actitud consciente de su danza y de su cuerpo. Puedo decir que ha sido maravilloso. Percibo la transmisión de una idea completa o que se va completando durante el proceso. A casi 8 meses de haber iniciado, puedo decir que mi vida hoy se ha descomplicado. Con la sola intención de centrarme en mí, al tomar decisiones importantes para mi danza, también pude tomar decisiones importantes para mi vida. Este es un trabajo invaluable. Lo atesoro, sí, pero también lo estoy trabajando para que esté dentro de mí y pueda compartirme de una mejor manera, de una manera más consciente, presente y centrada.

A por ello. El camino es largo, a seguir caminando (danzando)…
Abrazos India, GRACIAS por compartirte con tanta generosidad y entrega.

Pilar Villareal .Profesora de baile flamenco- Arteterapeuta. (México)

Gracias por tu aporte porque hace grande mi trabajo.

La India

Flamenca.Terapeuta Corporal. Escritora.

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Cuenta atrás 5. El dolor

Cuenta atrás 5. El dolor

El dolor de todo lo que hubiera hecho y no hice. En este balance en el que miro atrás y recorro mi vida, me duele haber vivido con tanta prisa. He dejado volar momentos únicos, miradas, espacios de tiempo en abrazos con mis padres, a quienes hubiera podido comprender más en su vida personal y no solo como mis progenitores.

Si hubiera sabido lo que hoy sé, me hubiera amado más, cuidado más, respetado más y así, lo hubiera hecho con mis hijos. El dolor de lo perdido, de lo pasado, de lo que nunca volverá es mi felicidad de hoy para aprender a disfrutar todo lo que el tiempo me da en cada segundo presente, porque el segundo pasado, ya es de él.

El dolor de la vida vivida durante cincuenta años me enseña a ser feliz este instante, aquí y ahora. Hoy me duele cuando en mi introspección sólo oigo mis reclamos y se me olvidan los grandes momentos vividos, que fueron muchos y transformadores. Mi vida no es más dolorosa que feliz, pero sí intensa y no merece que miré atrás y sólo vea el dolor.

Es sorprendente sentir como medio siglo se condensan en este segundo. Mi intención para los años por delante es vivir recordando que me he perdonado, permitirme ser feliz porque sí, en el segundo vivo que la vida me regala todo el tiempo. Y mi deseo es recordar que he aceptado el destino, que el tiempo no tiene sentido si me pierdo en él, que no necesito hacer fuerza para alcanzar metas, porque la vida se encarga de que llegue a mi puerta lo que es mío.

En mí, se está realizando un pacto profundo con la vida, por medio del cual acepto lo ocurrido con aciertos y errores. A sabiendas de la irremediable implacabilidad del tiempo, que no me permite ir hacia atrás con la sabiduría de hoy para ajustar aquello que ha quedado suelto, o rellenar con la pieza que allí faltaba y que entonces fue imposible conseguir, pero que hoy, inútilmente, cae en mis manos como una mota polvo.

La India

Flamenca. Terapeuta Corporal. Escritora

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Cuenta atrás 6. El perdón

Cuenta atrás 6. El perdón

¿Cuántas de las veces que has recibido una agresión o te han causado dolor ha sido por la intención clara y directa de lastimarte? ¿Quién realmente ha venido a por ti para hacerte daño? La mayoría de las veces nos sentimos lastimados sin intención real de la otra persona, sino por su propio dolor.

                Con cincuenta años el cuerpo se equilibra, la fuerza merma y se usa comedidamente dando golpes sabios y de efecto -más maña que fuerza, como decía mi abuela-. El corazón comienza a filtrar aquello que realmente tiene sentido, dejando de lado dramas existenciales y vacíos de contenido, pero muy llenos de neurosis sin fin. La mente está llena de “cuentos chinos”, por eso comienzas a olvidar las historias que antes te relatabas con pelos y señales, juicios y reclamos, actuando como víctima. Lo ocurrido se va quedando en una nebulosa y la experiencia es tu gran aprendizaje por el que nunca más volverás a pagar.

El perdón es una necesidad personal, es elegir no guardar rencor, sino agradecer la experiencia y seguir tu camino.

El ser pequeño que hay en ti necesita perdonar a sus padres una y otra vez, hasta que, con el tiempo y la comprensión, ves en ellos la fuerza de la vida que hizo que tú seas hoy, aquí y ahora. En ese instante maduras perdonando a tus padres, recuperando para ti solo el amor que te trajo a la vida y que es mucho más grande que los hechos ocurridos.

El largo camino que se cierne en tu vida adulta, es el de perdonarte a ti aceptando que lo que has hecho, ha sido como has podido, con lo que has tenido y como has sabido. Ahora reconoces en tus acciones el amor tóxico con el que se han movido y aceptas tu falta de herramientas para hacerlo mejor, porque es muy probable que ahora hayas sido tú, quien ha lastimado a otros, sobre todo a hijos. La visión se amplia y te ves como tus padres, recibiendo en carne propia y viva aquello que tú misma has hecho con ellos: reclamar activa o pasivamente respuestas para tu vida. A quién más ibas a pedirle cuentas sino, después de todo, ellos te han traído.

Y el “cuento chino” vuelve a comenzar, pero esta vez te toca estar en el lugar de perpetradora. Por eso, al perdonar te perdonas a ti, porque aquello que tienes que perdonar a alguien, sin lugar a dudas, es lo mismo que tienes que perdonarte a ti.

Perdonarte es la decisión de salir del juego de víctima y perpetrador, aceptando que las cosas fueron como pudieron ser. La única manera de poner remedio es aceptar tu responsabilidad, pedir perdón por ello y perdonar en tu corazón a quien te hizo daño, porque ahora sabes que fue lo mejor que pudo hacer con las herramientas que tenía.

La India

Flamenca. Terapeuta Corporal. Escritora

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Cuenta atrás 9: La Fuerza

Cuenta atrás 9: La Fuerza

Cuenta atrás 9. La fuerza

Mis cincuenta años me encontrarán en un lugar diferente al que hubiera pensado en mis tiempos de guerrera. Desde el aspecto físico, desde luego que nunca me hubiera rapado y habría mantenido mi apariencia a base de potingues y cirugías, no pasaba por mi mente el retiro de la batalla del éxito y el logro.

Mi voracidad nunca me permitió disfrutar de lo que tenía, cuando lo tenía. Todo lo alcanzable se escurría como agua entre mis manos, lo conseguido ya no valía, porque cuando lo veía de cerca era pequeño y opaco, sintiéndome frustrada y sin valor; sólo aquello que me demandaba esfuerzo para alcanzarlo, a lo lejos, en el futuro, se imaginaba brillante y muy grande. Mi zanahoria fue pensar que mis mejores momentos de felicidad vendrían en algún momento y para ese momento invertí prácticamente toda mi vida.

Ahora que lo escribo lo revivo y siento como mi energía se agota comprimiéndome por dentro; pero cuando tenía veinte, treinta o cuarenta, la energía era inextinguible. Hasta que no me agoté no pude parar de exigirme y cuando tuve que parar, comprendí.

Necesitamos quitar ese excedente energético de la juventud que nos nubla el sentido para poder ver lo real. Qué pena de humanos que aún no somos capaces de usar ese potencial humildemente y rindiéndonos a la sabiduría de la vida ¡Pero no! Creyendo que si nos esforzamos lo suficiente podremos con todo, no reparamos en absoluto en la forma del pensamiento divino: la intuición.

Qué poco nos funciona la percepción y la intuición con altas cantidades de energía presionando. Damos a la fuerza un valor erróneo, sin reconocer que la fuerza en una dirección genera otra fuerza en dirección contraria y a más fuerza enviada, más fuerza nos llega de rebote. Comprendo ahora que no tengo nada qué hacer ni nada que decidir, luego de hacer mucho y tomar muchas decisiones aprendí que lo suyo es mantenerme atenta, sintiendo, percibiendo y así, la inspiración de la vida tiene espacio para expresarse. Aprendí que es necesario confiar en la vida, para calmar la ansiedad.

Lo que tiene que ocurrir ocurrirá cuando ocurra lo que tiene que ocurrir y no depende de mí.

Mi rapado radical no es más que la vida manifestándose en mí y yo permitiéndoselo. Aceptando que aquello que yo quería, lo quería mi ego y no mi vida. La vida quiere que seas parte de ella                 g a n á n d o t e l a. Por eso ahora, también comprendo esto de ganarse la vida y lo relacionado que está con el dinero y no con la abundancia del ser.

La abundancia de vida en ti.                                                                                                              Cuan claro veo ahora que haciendo lo que mi ego quería no me ganaba la vida, no era merecedora de la vida, sino del eterno descontento de nunca alcanzar lo deseado. Haciendo lo yo que quería iba a la lucha de la vida: luchaba en vida y sobrevivía en ella.

Ahora veo claro que la vida no quiere que sobre-vivas, quiere que la  v i v a s,  quiere que la valores, que la goces, que la descubras, por eso te invita a que te la ganes por ti misma o por ti mismo, para así honrarla dándole lo mejor de ti: no tu esfuerzo y tu pena.

Ganar la vida es el premio y todo galardón conlleva abundancia de energía fluyendo dentro y fuera de ti. Ganarse la vida es mover energía y así crear infinitamente. Ganarse la vida es tenerlo todo y tanto, que te provoca compartirlo, darlo, entregarlo. Es una energía que se hace tangible cuando la sacas de ti, porque cuando la das ves tu energía en el otro. Cuando tu energía es captada por el otro y ese otro crece y evoluciona, re-crea tu energía y la transforma para sí, entonces tu mente puede comprender con hechos reales y no imaginarios, lo que eres capaz de hacer. Y esa comprensión da paz así, te conviertes en una persona vital en lugar de fuerte.

Mi rapado es símbolo de esa vitalidad mía que vi en el otro y que se me devolvía en forma de respuestas claras y contundentes, respuestas que había buscado toda mi vida, respuestas que estoy segura, no son diferentes a las que buscabas tú. Respuestas al sentido de mi vida, al para qué de mi existencia.

Cuando usas la fuerza sin el sentido de tu corazón, entonces te cansas y te hundes y hagas lo que hagas te hundes más, te agotas. Solo consigues caminar por las “catacumbas de la vida: el reino de Lethe, la Diosa del olvido”. Ya no te reconoces porque te has olvidado de preguntarte ¿Cuál es el deseo profundo de mi corazón?

La India

Flamenca. Terapeuta Corporal. Escritora

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El empoderamiento es del colectivo y la autenticidad es de cosecha propia.

El empoderamiento es del colectivo y la autenticidad es de cosecha propia.

El empoderamiento de un grupo con una idea, fortalece la idea. La autenticidad es tu propia verdad y no hay nadie que la valide, sólo tú. Es la intuición que resuena desde núcleo del centro de tu corazón y puede expandirse en tus actos y palabras, si lo permites y no le temes.

El empoderamiento tiene que ver con un movimiento hacia fuera, una acción de armas tomar y ejercer. Es un sinónimo de reivindicación que tiene que ver con el género o con un sector social oprimido que toma fuerza para expresarse y decir su verdad. El empoderamiento sin autenticidad se queda a medio camino. Es necesario saber qué quiero empoderar en mí o para qué quiero empoderarme, tanto si eres parte de un colectivo o en tu proceso individual.

El deseo de empoderarse per se, siguiendo tal o cual técnica o corriente y sin una necesidad propia, pertenece al guía o maestra que lo expone, a la técnica que utilizada o a la corriente ideológica que se persiga. Cuando el empoderamiento es del colectivo, se es parte del engranaje que sostiene la estructura; cada integrante toma fuerza del grupo de pertenencia y fuera de él la pierde porque no tiene un sentido propio. Concretamente, el empoderamiento de la mujer que tan en boga está, es la contención que impulsa a dar un paso hacia adelante y una salida del esquema o prisión mental como un importante movimiento a tu individualidad. Apoya a la aceptación de aquello que sí puedes hacer, ser o sentir, para continuar yendo más profundo por un sendero solitario en dirección a tu autenticidad, porque allí, no caben dos.

Hace unos días me encontré con una amiga coach que me hablaba del empoderamiento, según ella es una palabra que vendía mucho ahora, ya que es la búsqueda actual de las mujeres y me sugería que la utilizara como cebo de atracción hacia mi trabajo. Lo cierto es que esto del “empoderamiento de la mujer” me choca porque se me queda corto, me falta algo y no se me cuaja por dentro. No obstante, me abrí a su propuesta chequeando como resonaba en mí. Días más tarde, otra mujer me dice refiriéndose a mi reciente look rapado – “me parece una muy buena forma de empoderarte”, algo en mí hizo clic y se me encajó el puzle, me di cuenta que yo no lo había hecho por empoderarme, sino por la necesidad de ser cada vez más auténtica a mis ojos.

El empoderamiento es el escalón a la autenticidad como fin, porque en ella se incluye todo el ser -lo único verdaderamente auténtico en ti- y el poder es solo una parte.

La autenticidad es el movimiento hacia adentro, dónde no es menester hacer algo o ejercer un rol. Es una búsqueda interna en la que tu singularidad personal aporta al colectivo por añadidura. Con esta comprensión, el empoderamiento es solo una herramienta para direccionar esa energía a la autenticidad.

El empoderamiento de la mujer a mí me suena al despertar del mal sueño o pesadilla nefasta en la que nos creímos débiles e ineptas. Cuando la sociedad apoya estas revelaciones, da pasos hacia el reconocimiento de quién es la mujer original, profundiza en las memorias de su infinita sabiduría y poder creador. Ésta recoge lo que es suyo, abre los ojos a su esencia femenina y dice entonces que se empodera. Cuando cada mujer siente dentro de sí ese poder individual y personal es cuando se dice que es auténtica.

El empoderamiento es una acción de asir el poder que se perdió o se cedió hasta anularlo, que originalmente existió y aunque oculto, siempre estuvo allí. Si sólo reclamas tu poder te quedas a medio camino de ti, aunque pretender ser auténtica es como presumir de divinidad, la autenticidad aporta la dirección al camino de tu verdad.

Mirar solo al poder de lo que eres y puedes, le falta la humildad de lo no que no eres ni puedes y eso es lo que te hace un ser verdaderamente auténtico y poderoso.

La india

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