«India puede leer en tu cuerpo esos límites, bloqueos, miedos…»

¡Hola flamenc@s!

Mi nombre es Ana y formo parte del grupo de India, de El tutorial de 365 días, desde hace dos mesecitos. He tenido la gran fortuna de ser obsequiada con una sesión de asesoramiento individual con India, que me tocó en el sorteo que realizó por el aniversario del grupo.

Debo decir que estoy muy contenta de haber ingresado en el grupo, quería trabajar en mi flamenco, en mi ser y con este tutorial me siento en el camino de realizarlo. Por el momento estoy tomando más consciencia de mi cuerpo y de lo que siento, sabiendo donde está mi eje, mi casa y así pudiendo volver al lugar seguro y respirar, cuando el exterior me hace tambalear.

La sesión de asesoramiento individual con India fue muy interesante y productiva. Me hizo ver aquello que no era visible a mis ojos, pero que una vez ella me lo enseñaba podía verlo con claridad. En mi baile pongo límite y lo expreso con mis manos, no lo quiero dar todo, seguramente por el juicio del otro, la mirada del juez, ese juez interno que uno mismo crea por sus propias creencias aceptadas desde la niñez y perduradas en el tiempo. Esas creencias negativas para el propio ser, que provocan bloqueos que son visibles en el cuerpo y más en una expresión de sentir como es en el baile flamenco. India trabaja a través de esa expresión, ella puede leer en tu cuerpo esos límites, bloqueos, miedos… Y posteriormente darte indicaciones de aquello que debes de trabajar para poder desbloquear y liberar tu baile…LIBERAR TU SER Y DANZAR LA VIDA.

Para mi, las indicaciones que me ha dado India han sido muy valiosas para tomar consciencia de lo que me pasa, para estudiar mi cuerpo y a la vez mi sentir en la vida. Estoy tomando consciencia, que es el primer paso para el cambio y queriendo trabajar mucho para realizarlo. La sesión de asesoramiento la recomiendo cien por cien para centrarte más en lo que tú necesitas para tu baile y para la vida.

¡¡Gracias India por ese grandioso regalo!!! ¡A seguir trabajandooo!!

Un beso flamenc@s.

Ana, de Barcelona

Cuenta atrás 2. La Felicidad

Cuenta atrás 2. La Felicidad

En mi adolescencia era aficionada a las novelas y telenovelas, vibraba con los personajes y sus dramas encarnando apasionadamente sus papeles. Cuando finalmente los protagonistas en cuestión se encontraban y se daban el sí para siempre, terminaba. Justo cuando podía comenzar a disfrutar sin tensiones de esa ansiada felicidad no había más libreto. Me quedaba con una sensación de vacío, que sólo la cubría comenzando con una nueva.

Lo que se hace intolerante es ese vacío existencial que sólo se llena con melodrama relacional. La montaña rusa llega al fin del recorrido y toca decidir qué hacer ¿Otra vuelta o sentarse a mirar cómo gira?

Ahora prefiero sentarme y mirar la montaña rusa a la que subí, donde grité del horror y lloré del miedo, me quise bajar cuando estaba en la cima, reí histéricamente entre risas desconocidas, en definitiva, siempre estuve sola ante la posibilidad de morir ante el peligro o perder a alguien amado en una curva.

Me imagino la felicidad como poder sostenerme una cinta transportadora, siendo yo una maleta que contiene solo lo importante y dejándome llevar por el destino.

Siento que fui apretado el botón de detener hace algún tiempo y como una locomotora, que va aminorando la velocidad hasta quedar detenida lentamente. Ahora puedo bajar porque todo está en calma, soy capaz de observar y ser objetiva con el juego emocional de la vida en el que ya no me interesa participar. Lo que espero, después de esta comprensión, es ponerlo en práctica y aunque mi ego me ponga zancadillas para olvidarlo, este testimonio que he ido reflejando en estos diez días de reflexión, me ayudarán a volver a contemplar la montaña rusa desde abajo, porque allí es donde quiero estar. Al menos ahora, sé cómo volver a tierra firme  y a mi centro, toda vez que lo olvide.

La India

Flamenca. Terapeuta Corporal. Escritora

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Cuenta atrás 4. Sexualidad sagrada.

Cuenta atrás 4. Sexualidad sagrada.

La intimidad de la pareja es un sagrario al que hay que rendir culto. Un hábito a desarrollar que nos eleva la energía de la relación a su máximo exponente.

No es casual que me sienta enamorada como el primer día. Siempre fuimos muy conscientes de que aquella primera vez en que nos unimos en cuerpo, corazón y alma, queríamos que fuera para siempre, pero no lo dejamos al azar y nunca lo dimos por hecho.

El amor incondicional en la pareja es un camino de evolución, es la gran paradoja en la que cada integrante conserva la individualidad al tiempo que se une al otro.
Al principio el enamoramiento es muy fácil, no hay nada que hacer, ocurre por obra y gracia del espíritu de la pasión que mueve ese amor en todas direcciones. Luego, cuando el asedio de las normas y estructuras nos enfrentan cerrando la montera, vamos olvidando y espaciando esos tiempos tan sublimes de conexión que nos dan la vida. Hasta que, un día de enfado, no tienes nada que te recuerde todo lo que te gusta tu pareja, lo feliz que te hace sentir, lo rico que huele, la textura de su piel. Por el contrario, recuerdas que no es la primera vez que te enfadas por esta cuestión, que las cosas no cambian y que a tu pareja no le importa nada lo que sientes. Un día de enfado, engorda más el saco de las cuentas pendientes.

Cuando en el recuerdo aflora la fiesta de amor del encuentro sincero, entonces el enfado es solo un momento de liberación de energía excedente.

La polaridad en la que existimos aniquila toda posible unidad, nos hace olvidarla por completo con el intento de debilitar nuestras dotes naturales y por supuesto, desnutriendo poco a poco al amor de la pareja y sucede justo en el momento en el que el enfado, ya no les permitió recordar para qué se eligieron.

Para alimentar el recuerdo de la identidad genuina de la pareja, es ideal acordar el tiempo y el espacio en que ambos -adultos absorbidos por el estrés- se disponen a soltar amarras y estar disponibles para abrirse a la penetración física, emocional y espiritual. Una sexualidad sagrada que reconecta a cada quien consigo mismo, a través del mirar en los ojos del ser amado, como si te miraras al espejo.

Así el recuerdo del amor que ambos comparten, se hace fuerte y un día de enfado es solo el juego neurótico, incluso gracioso, en el que ambos se miden y se provocan expresando la fuerza. Es la energía masculina que se completa con la energía femenina de la relación, o sea: la intimidad sagrada y total del encuentro.

Si la energía de la pareja se desbalancea haciéndose solo masculina, se hace guerrera y fálica, pero en su justa medida, equilibrándose con lo femenino y receptivo, la pareja se hace íntima y cómplice completando un ciclo de carga y descarga emocional saludable.

La India
Flamenca. Terapeuta Corporal. Escritora
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Cuenta atrás 5. El dolor

Cuenta atrás 5. El dolor

El dolor de todo lo que hubiera hecho y no hice. En este balance en el que miro atrás y recorro mi vida, me duele haber vivido con tanta prisa. He dejado volar momentos únicos, miradas, espacios de tiempo en abrazos con mis padres, a quienes hubiera podido comprender más en su vida personal y no solo como mis progenitores.

Si hubiera sabido lo que hoy sé, me hubiera amado más, cuidado más, respetado más y así, lo hubiera hecho con mis hijos. El dolor de lo perdido, de lo pasado, de lo que nunca volverá es mi felicidad de hoy para aprender a disfrutar todo lo que el tiempo me da en cada segundo presente, porque el segundo pasado, ya es de él.

El dolor de la vida vivida durante cincuenta años me enseña a ser feliz este instante, aquí y ahora. Hoy me duele cuando en mi introspección sólo oigo mis reclamos y se me olvidan los grandes momentos vividos, que fueron muchos y transformadores. Mi vida no es más dolorosa que feliz, pero sí intensa y no merece que miré atrás y sólo vea el dolor.

Es sorprendente sentir como medio siglo se condensan en este segundo. Mi intención para los años por delante es vivir recordando que me he perdonado, permitirme ser feliz porque sí, en el segundo vivo que la vida me regala todo el tiempo. Y mi deseo es recordar que he aceptado el destino, que el tiempo no tiene sentido si me pierdo en él, que no necesito hacer fuerza para alcanzar metas, porque la vida se encarga de que llegue a mi puerta lo que es mío.

En mí, se está realizando un pacto profundo con la vida, por medio del cual acepto lo ocurrido con aciertos y errores. A sabiendas de la irremediable implacabilidad del tiempo, que no me permite ir hacia atrás con la sabiduría de hoy para ajustar aquello que ha quedado suelto, o rellenar con la pieza que allí faltaba y que entonces fue imposible conseguir, pero que hoy, inútilmente, cae en mis manos como una mota polvo.

La India

Flamenca. Terapeuta Corporal. Escritora

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El empoderamiento es del colectivo y la autenticidad es de cosecha propia.

El empoderamiento es del colectivo y la autenticidad es de cosecha propia.

El empoderamiento de un grupo con una idea, fortalece la idea. La autenticidad es tu propia verdad y no hay nadie que la valide, sólo tú. Es la intuición que resuena desde núcleo del centro de tu corazón y puede expandirse en tus actos y palabras, si lo permites y no le temes.

El empoderamiento tiene que ver con un movimiento hacia fuera, una acción de armas tomar y ejercer. Es un sinónimo de reivindicación que tiene que ver con el género o con un sector social oprimido que toma fuerza para expresarse y decir su verdad. El empoderamiento sin autenticidad se queda a medio camino. Es necesario saber qué quiero empoderar en mí o para qué quiero empoderarme, tanto si eres parte de un colectivo o en tu proceso individual.

El deseo de empoderarse per se, siguiendo tal o cual técnica o corriente y sin una necesidad propia, pertenece al guía o maestra que lo expone, a la técnica que utilizada o a la corriente ideológica que se persiga. Cuando el empoderamiento es del colectivo, se es parte del engranaje que sostiene la estructura; cada integrante toma fuerza del grupo de pertenencia y fuera de él la pierde porque no tiene un sentido propio. Concretamente, el empoderamiento de la mujer que tan en boga está, es la contención que impulsa a dar un paso hacia adelante y una salida del esquema o prisión mental como un importante movimiento a tu individualidad. Apoya a la aceptación de aquello que sí puedes hacer, ser o sentir, para continuar yendo más profundo por un sendero solitario en dirección a tu autenticidad, porque allí, no caben dos.

Hace unos días me encontré con una amiga coach que me hablaba del empoderamiento, según ella es una palabra que vendía mucho ahora, ya que es la búsqueda actual de las mujeres y me sugería que la utilizara como cebo de atracción hacia mi trabajo. Lo cierto es que esto del “empoderamiento de la mujer” me choca porque se me queda corto, me falta algo y no se me cuaja por dentro. No obstante, me abrí a su propuesta chequeando como resonaba en mí. Días más tarde, otra mujer me dice refiriéndose a mi reciente look rapado – “me parece una muy buena forma de empoderarte”, algo en mí hizo clic y se me encajó el puzle, me di cuenta que yo no lo había hecho por empoderarme, sino por la necesidad de ser cada vez más auténtica a mis ojos.

El empoderamiento es el escalón a la autenticidad como fin, porque en ella se incluye todo el ser -lo único verdaderamente auténtico en ti- y el poder es solo una parte.

La autenticidad es el movimiento hacia adentro, dónde no es menester hacer algo o ejercer un rol. Es una búsqueda interna en la que tu singularidad personal aporta al colectivo por añadidura. Con esta comprensión, el empoderamiento es solo una herramienta para direccionar esa energía a la autenticidad.

El empoderamiento de la mujer a mí me suena al despertar del mal sueño o pesadilla nefasta en la que nos creímos débiles e ineptas. Cuando la sociedad apoya estas revelaciones, da pasos hacia el reconocimiento de quién es la mujer original, profundiza en las memorias de su infinita sabiduría y poder creador. Ésta recoge lo que es suyo, abre los ojos a su esencia femenina y dice entonces que se empodera. Cuando cada mujer siente dentro de sí ese poder individual y personal es cuando se dice que es auténtica.

El empoderamiento es una acción de asir el poder que se perdió o se cedió hasta anularlo, que originalmente existió y aunque oculto, siempre estuvo allí. Si sólo reclamas tu poder te quedas a medio camino de ti, aunque pretender ser auténtica es como presumir de divinidad, la autenticidad aporta la dirección al camino de tu verdad.

Mirar solo al poder de lo que eres y puedes, le falta la humildad de lo no que no eres ni puedes y eso es lo que te hace un ser verdaderamente auténtico y poderoso.

La india

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